Según cuentan las crónicas antiguas, un ermitaño que habitaba en las proximidades de un bosque ve sorprendido unas luces -o estrellas- que surgen de la zona. Ante este misterioso suceso, el eremita Paio, decide avisar al obispo de la vecina Iria Flavia, quien tras examinar la zona encuentra una tumba con unos restos que identifica como el sepulcro del apóstol Santo Jacob (Santiago). Teodomiro, que así se llamaba el obispo, manda avisar al rey asturiano Alfonso II, quien tras enterarse de la noticia, decide marchar desde su corte en Ovetum (la actual Oviedo), para dar testimonio de la veracidad de tal suceso. El rey casto se convierte de esta forma, en el primer peregrino de la historia, abriendo en la primera mitad del siglo IX la ruta que posteriormente se conocerá como el Camino Primitivo.
Alfonso II, el casto, según el libro de los testamentos.
Al contemplar los restos del sepulcro, el rey Alfonso II, funda una primitiva iglesia y manda construir un monasterio para que los monjes custodien el templo y los restos del apóstol Santiago. La noticia empieza a conocerse en otros reinos cristianos y poco a poco el flujo de peregrinos comienza a aumentar. Ya en el 874, el monarca Alfonso III, que también peregrina hasta el sepulcro, manda levantar una iglesia mayor que el templo orginal ya que éste quedaba pequeño para los peregrinos que hasta allí llegaban.
En los aledaños de la iglesia va surgiendo una urbe que toma más importancia con el paso de los años y Santiago de Compostela poco a poco se va convirtiendo en un centro espiritual del cristianismo. Esto lo sabe el líder musulmán Almanzor, que destruye la ciudad a finales del siglo X, aunque respetando el sepulcro del Santo. Este suceso es el punto de inflexión en la expansión urbanística de la ciudad, que renace de sus cenizas con más fuerza que antes, creciendo y ampliando su esplendor a medida que más y más peregrinos van llegando a venerar al Apóstol Santiago. Ya con el rey Alfonso IV en el poder de los reinos cristianos del norte de España, se manda construir una iglesia de mayores dimensiones, con inspiración en las grandes catedrales románicas del vecino país galo.
Y así vamos llegando ya al siglo XII, según muchos historiadores, el de mayor esplendor en la historia compostelana. Los reinos cristianos avanzaban hacia el sur de España y aquel camino primitivo que atravesaba los agrestes montes interiores de Asturias pasó a un segundo plano, siendo desplazado por la ruta que provenía de Francia y transcurría por las tierras más suaves de la meseta. Este hecho coincide además con la publicación del Códice Calixtino, un manuscrito que entre otras cosas incluía la primera guía de viaje para llegar hasta Santiago de Compostela, marcando lo que en la actualidad se conoce como el Camino Francés. Este proceso se culmina con la consagración, en 1211, de la Catedral de Santiago, con su maravilloso Pórtico de la Gloria, obra culmen del románico.
Muchos siglos después, el Camino de Santiago sigue atrayendo a miles de peregrinos. Desde Camino de Asturias queremos recuperar la importancia del aquel Camino Primitivo y por eso invitamos a los peregrinos a que descubran, junto a nosotros, este maravilloso legado en la antigüedad considerado como la ruta de peregrinación espiritual más importante de Europa. Esta ruta, que llega hasta nuestros días cargada de historia y misticismo, atrapará al viajero por el encanto de sus paisajes, por sus gentes y su gastronomía. Si quieres, ponte en contacto con nosotros y te ayudaremos a crear una experiencia inolvidable y emocionante siguiendo los pasos de aquel rey asturiano, Alfonso II el Casto, primer peregrino de la historia.